De la polémica al diálogo constructivo
Hoy vivimos en un momento de la historia muy particular. Hasta hace no mucho tiempo, los problemas fueron percibidos por la mayor parte de la gente a pequeña escala. El alcance del conocimiento individual era más reducido, y esto hacía que el mundo construido y percibido fuera más pequeño, y consecuentemente más simple. El día de hoy, gracias a las tecnologías de la comunicación, podemos informarnos y conocer eventos y problemáticas de escala global. De hecho, el mundo está tan interconectado, que los efectos de eventos regionales pueden tener un fuerte e inmediato impacto en el resto del planeta. Se nos reveló que el mundo es un sistema interconectado, y el intentar procesar esa realidad compleja puede terminar siendo terriblemente abrumador.
Yo en lo particular me siento implicado en los grandes problemas sociales. A menudo me encuentro intentando construir un análisis de problema, y alguna respuesta que me permita tomar una posición frente al mismo. Justamente porque es habitual para mí encontrarme intentando buscar una solución, un día me percaté cómo adquiría un intenso estado emocional cuando lo hacía. Me di cuenta que en ese estado emocional perdía la objetividad necesaria para pensar correctamente. Al vivir como personales esos fenómenos tan vastos y complejos, construía los argumentos y análisis como una coraza que me defendiera de ellos.
El haber concientizado lo que me pasaba en lo personal me ayudó a identificar este proceso en otras personas. De hecho, es muy recurrente que cuando un grupo de personas empieza a discutir problemáticas complejas y de gran escala, como la de la pobreza, la inflación, el calentamiento global, por nombrar algunas, termine en un acalorado debate donde cada uno se atrinchere en sus argumentos, en vez de intentar escuchar y aprender de los otros interlocutores. Y este es el tema que quiero abordar.
La emoción hace las cosas personales
La palabra emoción viene del latín emotio, nombre que deriva del verbo emovere, el cual se forma del movere (mover, trasladar). Esto significa que la palabra emoción hace referencia al movimiento. Las emociones literalmente nos empujan a la acción.
Cuando respondemos emocionalmente, lo hacemos desde un lugar muy personal. Algo activa la emoción, y actuamos desde una perspectiva sesgada por dicha emoción. Todo este mecanismo nos hace pensar de manera muy subjetiva, lo cual dificulta mucho comprender fenómenos de mayor escala. Esta limitación afecta tanto nuestra reacción como cualquier propuesta de solución o acción en relación a un problema de gran escala, que requiere tanto una mirada desde un ángulo mas general, como el considerar otros puntos de vista.
En otras palabras, cuando encontramos que un problema a nivel macro nos afecta, se vuelve personal y concreto. La inflación, mal tan común y abarcativo en la Argentina, es un ejemplo perfecto. Es lógico sentir frustración o enojo frente a algo tan grande que no se pueda resolver en la escala individual. Y ahí está el mecanismo. Lo macro se vuelve relevante para el individuo cuando lo toca personalmente, y genera una respuesta emocional. A partir de esa emoción, cualquier análisis o propuesta de solución sobre este tema de gran escala, en realidad refleja la visión pequeña del individuo y lo que representa el problema para él.
A problemas colectivos, soluciones colectivas
El pensar desde una respuesta emocional también genera otro obstáculo. Cuando una persona se frustra con un problema grande y dificil de encarar, puede ponerse a la defensiva. Y una persona que argumenta desde una posicion defensiva, tomará más facilmente cualquier otra explicación o propuesta como un ataque. Esto dificultará mucho el poder escuchar a otros para ampliar su visión sobre la problemática, y las posibles vías de acción y solución.
El fenómeno de la grieta es un gran ejemplo de esto. Lamentablemente, sin intercambio de ideas no se puede superar las limitaciones subjetivas. Ni la persona más culta del mundo puede considerar un tema desde todos los ángulos por sí misma. Necesitamos construir a partir de muchos puntos de vista, muchas miradas, muchas vivencias. Y para eso, necesitamos superar ese punto inicial defensivo.
Por eso, si queremos evaluar y pensar estos temas realmente, necesitamos corrernos de nuestra esfera personal. Porque el sentido de urgencia que cada uno pueda tener, se enfoca en las propias necesidades y la de quienes nos rodean, y nos hace ciegos a las de todos los demás.
Los avances más notables de la humanidad se lograron a partir de la colaboración. El ego es un obstáculo para la superación individual y grupal. Es preciso ser humildes, reconocer nuestras limitaciones, para poder superarlas. Y creo que estos principios están encarnados en la misma democracia, que busca desarrollarse a través del diálogo y la construcción colectiva.
Incluso las obras de personas reconocidas a nivel individual esconden la construcción colectiva. Porque ninguna persona puede crear algo a partir de la nada. Siempre hay intercambios entre personas que estimulan la mente y la imaginación, y que permiten que estos notables individuos creen algo valioso.
En lo personal, me doy cuenta que no puedo dar respuesta a estos temas solo. Lo que sí puedo hacer es convocar a otras personas a escucharse y compartir puntos de vista. A reconocer que tener razón solo nos debilita, y considerar que es mejor ser curiosos y ver al otro como una persona que sabe algo que uno ignora. De esta manera, quizás podamos encontrar una salida a la realidad que nos abruma y angustia.
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