Deseo y miedo: cómo integrarlos para atrevernos a soñar
A menudo sale en sesiones el tema del miedo y el deseo. En un sentido sencillo, ambos funcionan como el freno y el acelerador en una persona. El miedo hace que evitamos peligros, evitemos el cambio. A menudo el miedo nos paraliza y nos frena de correr riesgos. Por otro lado, el deseo nos exhorta a buscar lo que queremos. También nos empuja a cambiar y a probar cosas nuevas.
No es raro que las personas identifiquen estas emociones como positivas o negativas. El miedo suele tener mala prensa. El deseo es más comúnmente bien visto. Pero en realidad ambos forman parte de algo mucho más complejo.
En esta entrega de “Te lo explico con pelis”, vamos a sumergirnos en las profundidades de este tema analizándolo a partir de la historia de Luca.
Luca, un niño valiente
Luca, que hermosa película. Desde la primera vez que la ví, sentía que era poesía animada. Toda la película tiene un aire de asombro y ensoñación, apoyada por una banda sonora maravillosa.
La historia se centra en Luca, un niño monstruo marino que vivía con su familia en una granja submarina cerca del pueblo pesquero humano Porto Rosso. En esa sociedad había un tabú, que era salir del mar y estar en contacto con los humanos. Pero Luca siempre soñaba con explorar el mundo más allá del mar. De hecho, uno de sus rasgos más distintivos es su gran imaginación, que se ve representada en sueños diurnos donde imagina cómo sería el mundo, en base a las información que va obteniendo de él.
Ya desde el inicio de la película se ve cómo Luca tiene una lucha interior: por un lado desea explorar lo desconocido y descubrir las maravillas del mundo, teme romper con el tabú y rebelarse de sus padres.
Esa sociedad tenía un temor muy grande de los humanos, que eran pesqueros y despreciaban a los monstruos marinos. Para ellos, eran monstruos terrestres.
Si bien los monstruos marinos tenían el poder de convertirse en humanos si estaban secos, y eso les daba una oportunidad de explorar la superficie sin ser descubiertos, a Luca le enseñaron a tener miedo, y eso le frenaba de salir.
Eso fue así hasta que conoció a Alberto, un niño monstruo marino que coleccionaba cosas de humanos y vivía solo en una isla en la superficie. Gracias a él, Luca sale del agua y empieza a descubrir lo que hay en el exterior. Su deseo de explorar se expande, y su imaginación se nutre de cada cosa que ve y experimenta.
Alberto era un niño que se mostraba muy seguro, y aparentaba ser un gran conocedor de todo. Luca se maravillaba con cada cosa que escuchaba, y no demoraron en convertirse en amigos. Ellos empezaron a soñar con crear una vespa para recorrer el mundo. Para ellos, la vespa era sinónimo de la libertad.
Pero para probar los prototipos, Luca sentía miedo. No quería tirarse por la barranca sobre esa Vespa casera (que se parecía más a una bicicleta sin pedales).
Ahí fue cuando Alberto le puso nombre al miedo de Luca: “Ya vi el problema. Tienes un Bruno en la cabeza. Di: ¡Silencio, Bruno!” Miedo y deseo colisionaban en Luca, pero Alberto le había dado una herramienta para elegir a cual escuchar.
Gracias a eso, Luca empezó a tener coraje y eventualmente subirse a esa vespa rudimentaria con su amigo. Pero cuando salieron volando por el aire tras saltar por una rampa hacia el océano, Luca se da velozmente cuenta que iban a caer sobre piedras, así que parte en dos la vespa de una patada, haciendo que ambos cayeran al agua.
Esta escena es relevante, porque el sentido de miedo esta vez, en vez de paralizarlo, lo llevó a identificar rápidamente el peligro y tomar acción para evitarlo. Alberto, el portavoz del deseo, no se había percatado. Pero Luca les había salvado la vida a ambos.
La danza entre el deseo y el miedo
Este tema del deseo y el miedo se repite en toda la película.
Cuando Luca es descubierto por su familia, su madre planeaba llevarlo al lugar mas oscuro del océano, lo cual era como una prisión. Luca entonces decidió huir del mar e irse a vivir al mundo de los humanos con Alberto. Pero para eso, debía enfrentar sus miedos. Toda la vida le habían enseñado a sentir temor de ellos.
Alberto, nuevamente el portavoz del deseo, le propuso conseguir una vespa de verdad y viajar todos los dias a lugares nuevos. Ese sentido de deseo es lo que les guía y los lleva a enfrentar el miedo y el peligro que suponen Porto Rosso, donde ofrecían una recompensa a quien cazara a un monstruo marino.
Pero más que simple deseo, lo que les ayuda a enfrentar ese miedo, es el sueño de ser libres. Luca soñaba con explorar el mundo, y eso lo guiaba para entrar en el mundo de lo desconocido.
Ese sueño los lleva a enfrentar desafíos cada vez más complejos. A hacer una amiga humana, a anotarse en un concurso para ganar dinero y comprar una vespa, y a enfrentar a un bravucón y sus amigos, que los hostigaba tanto en forma humana como de bestia marina.
Mientras más aprendía, más crecía el sueño de Luca. Más aprendía a enfrentar sus miedos, y se volvía más competente. Luca aprendió a andar en bicicleta, a confiar en los humanos, y a valerse por sí mismo.
Alberto, el niño que fingía confianza
Alberto representa la contracara de Luca en este film. Inicialmente aparentaba ser un niño independiente y fuerte. Luca era el temeroso que debía depender de Alberto para vivir en el mundo humano. Pero, mientras más confianza tenía Luca, más incrementaban los temores de Alberto de ser abandonado por él. Esto lleva a una pelea entre ellos dos. Se sentía intimidado por la amistad entre Luca y Julia, la niña con quien iban a participar en la competencia.
Más adelante, Luca logró tener una charla con Alberto, donde él pudo dejar caer su fachada de seguridad y confesarle que había sido abandonado por su padre hacía años, y que él había vivido solo hasta conocerlo a Luca.
La seguridad de Alberto había sido un esfuerzo por negar su miedo y su inseguridad. Por eso no podía ser prudente. Había callado a su Bruno interior tanto, que no podía escucharlo ni siquiera cuando era imperativo. Luca, por otro lado, había logrado integrar miedo y deseo. Había aprendido a tener confianza, y eso le llevó a enfrentar el peligro de competir solo, arriesgando a ser descubierto como monstruo marino. Pero ya no lo hacía solo por sí mismo: estaba dispuesto a hacerlo para salvar a su amigo de una vida triste y solitaria. Su mas grande temor era ser abandonado nuevamente.
Al final de la película, ambos deben enfrentar sus miedos para apoyarse mutuamente. Finalmente terminan siendo descubiertos por los humanos, pero al haber vivido con ellos, ya no los veían como monstruos, sino como personas. Los padres de Luca tambien se vuelven capaces de reconocer el valor de su hijo, y cómo sobreprotegerlo no había sido la jugada correcta.
Mi escena favorita de la película llega recién al final. Alberto sacrifica el sueño de la vespa para que Luca realice un sueño mayor: ir a estudiar a un colegio con su amiga Julia. A Luca le preocupa su amigo, no quería dejarlo solo. Le pregunta: ¿Como voy a saber que estas bien? Alberto lo abraza, y con lágrimas de los ojos le responde: “Me sacaste de la isla, Luca. Estoy bien”.
El sueño, el mediador entre lo conocido y lo desconocido
La película Luca muestra muy claramente lo que Jordan Peterson define como “el sueño”.
En la vida, las personas vivimos dentro del campo de lo conocido. Lo conocido es lo que dominamos, lo que sabemos, lo que entendemos. Es en un sentido amplio, el mundo que ya exploramos y representa lo que muchos llaman el “área de confort”.
El tema es que lo conocido es limitado, y fuera de ello hay un infinito territorio oscuro, que es lo desconocido. Lo desconocido es el mundo de lo incierto, lo inexplicable, lo amenazante. Allí habitan los monstruos tanto reales como imaginarios. En la película esta representado muy bien. Para los humanos, lo desconocido y amenazante eran las bestias marinas. Para las bestias marinas, eran los humanos.
La reacción más inmediata y natural frente al peligro de lo desconocido es tener miedo. Y eso hace que uno rechace lo nuevo y extraño. Pero sin lo nuevo no se puede crecer. Hay que desafiar los prejuicios y enfrentar los miedos para poder expandir el territorio de lo desconocido. Es lo que ha hecho la humanidad a lo largo de toda la historia. Pero, ¿qué es lo que nos permite ser valientes y conquistar esas oscuras y temibles tierras? Eso es el sueño.
Cuando soñamos, visualizamos lo que podría estar más allá de las confortables mantas de lo conocido. Nos permite ver a lo desconocido no solo como peligro, sino como oportunidad. Oportunidad para crecer, para crear, para vivir.
Verán, sin explorar lo desconocido, es imposible hacer una vida que valga la pena vivir. Las personas que se encierran terminan atrapadas en sus miedos, lo cual hace que la zona de confort se vuelva cada día más pequeña, hasta que el mismísimo existir se pueda llegar a sentir sofocante. Es algo que experimentan los agorafóbicos, que padecen de ansiedad social.
El sueño es una de las formas más interesantes que toma el deseo. Es lo que nos da el coraje para vivir de verdad. Aprender a arriesgar por algo que realmente creamos que valga la pena, y enfrentar nuestros miedos sin tener que negarlos.
La historia de Luca es la historia de todos
La historia de Luca representa un desafío existencial universal.
En la vida siempre van a haber cosas que nos den miedo. Buscar estar seguros es un instinto muy primitivo, y tiene su valor. Debemos ser conscientes de los peligros para poder sobrevivir. Pero si no nos permitimos soñar y explorar lo desconocido, vamos a estar tan aterrados que no podremos vivir realmente. Por eso, es preciso aprender a ser valientes, construir confianza, y enfrentar los riesgos de la vida. Todo eso con la convicción de forjar un camino propio que nos permita vivir una vida con sentido.
En otras palabras, la vida madura y plena no se trata de vivir con terror (puro miedo), o de ser temerario (negar el miedo y lanzarse a lo desconocido tontamente). Se trata de integrar deseo y miedo, atrevernos a soñar, y explorar lo que la vida tiene para ofrecernos.
Que buen artículo!!!! Nunca pensé en unir los sueños a los miedos.
Cómo todo lo que escribes, es profundo y no da para reflexionar.
Felicitaciones