¿Que hacemos frente a la cultura del odio?
Hoy me levanté y tuve la suerte de ver la charla TED de Sally Kohn donde plantea qué podemos hacer con la cultura del odio. Inmediatamente sentí que estaba dando en el blanco con un problema muy serio y que corre por debajo, cual tunel subterráneo, en cómo interactuamos las personas unas con otras.
Una de las ideas centrales que comparto con Sally, es que el odio es algo que está en todos nosotros. La capacidad de odiar es universal. Pero la manifestación más básica del odio es el no poder aceptar las diferencias. En la Argentina, es muy común escuchar agrupaciones de personas luchando por una causa en la que creen, y usualmente el luchar implica luchar contra otro grupo de personas, que representan todo lo que está mal y debe cambiar.
En las redes sociales se nota cuan contagiosos son estos mensajes de odio, donde una persona expone sus ideas como la verdad, y define quienes son los monstruos e idiotas, a quienes debemos combatir para que finalmente la sociedad sea “la que merecemos”.
Esta mecánica está infiltrada en personas que promueven ideologías muy distintas, como el feminismo, machismo, liberalismo, populismo, conservadurismo, anarquismo, nazismo, creencias religiosas… cualquier ideología que pueda servir como divisor de la sociedad entre “nosotros” y “ellos” puede servir como falsa justificación de conductas de odio y discriminación.
La famosa grieta es el ejemplo más doloroso de los últimos años, donde por ideologías políticas se han dividido familias, amigos y barrios. Cada vez se vuelve más cotidiano en el consultorio escuchar relatos de hermanos que no se hablan, padres que desheredan a hijos, e incluso hostigamiento en las redes sociales, todo justificado a través de etiquetas ideológicas.
Intentar cambiar el odio con odio difícilmente sea una solución genuina. Y eso solo nos hace agentes de un cambio para no cambiar. Otro gran ejemplo está en la brillante novela de George Orwell, “Rebelión en la granja”. Luchando por la igualdad entre animales, se rebelaron del hombre, para terminar en una sociedad donde “Todos los animales son iguales, pero unos son mas iguales que otros”.
Evidentemente, no podemos eliminar la diversidad de nuestra sociedad. La diversidad está en nuestro ADN. Somos de base una especie con dos encarnaciones biológicas básicas: mujer y varón. Partiendo de ahi, luego ocurren mil factores que nos diferencian: biologicos, culturales, contextuales. Sencillamente no podemos negar la diversidad. Pero por más diversos que seamos, seguimos siendo personas. Seguimos siendo miembros de la raza humana.
Entonces, ¿que hacemos con el odio?
Por lo general, los mecanismos de odio se basan en la idea de que unos somos más personas que otros. Eso ayuda a justificar actos de violencia, discriminación y segregación social, como el hostigamiento (más conocido como bullying).
La idea base implica definir a otros a base de prejuicios. Saltamos a conclusiones, creemos que podemos catalogar a una persona o un grupo de personas sin conocerlas genuinamente, y luego rechazándolos y etiquetandolos como inferiores.
Al hacer esto, nos volvemos ciegos a nuestras propias falencias. Nos cerramos a una forma limitada de pensar, y nos perdemos la genuina diversidad que está enfrente de nosotros. Porque no hay una forma suprema del ser humano. Hay multiplicidad de formas. Y aceptar esto implica aceptarnos como somos, en la forma que tenemos.
La diversidad evidencia nuestra imperfección. No tenemos todas las respuestas, somos ignorantes, no siempre tenemos la razón, y ni siquiera podemos saber a ciencia cierta si lo que creemos que es verdad realmente lo es. Por eso una definicion abarcativa de quienes estan bien y quienes estan mal es tan tentadora. Porque nos deja tranquilos. Nos hace sentir que estamos en lo correcto, y que todos los males del mundo son culpa de otras personas. Y ahi la deducción falaz de que eliminando esas personas podríamos vivir finalmente “como merecemos”. Esa misma lógica justificó el holocausto.
La humildad, un punto de partida
Aqui creo que hay una palabra clave, que nos puede poner en el camino correcto: humildad. Esta palabra se asocia velozmente a uno de los valores o virtudes promovidos por el cristianismo, y actualmente tiene mala prensa. Se la asocia con una actitud hipocrita, negadora de los propios deseos y ambiciones. Una careta de virtuoso que oculta otras cosas.
Personalmente creo que la humildad es esa actitud socráctica de poder decir “solo se que no se nada”. Reconozco mis propias limitaciones, y mi propia ignorancia. Esa es la puerta a la sabiduría. Saber actuar sabiendo cómo soy, incluso reconociendo mis partes oscuras.
Todos podemos odiar. Todos somos suceptibles al odio. Eso no nos hace menos responsables de lo que hacemos. Y paradójicamente esa es la puerta a la empatía. Saber que quienes odian, han copiado a otros, han aprendido a odiar. Y yo no soy excepción. Yo también me equivoco, yo tambien erro. Errar es humano. Saber reconocer la humanidad en quien es distinto a mi, un paso importante para achicar la grieta.
La verdadera integración
Como una respuesta a nivel comunitario (el más relevante), tomo las ideas de Sally Kohn. Ella propone fomentar el armado de comunidades diversas. Que personas de diferentes ideologias, clases sociales, religiones y etnias puedan compartir espacios comunitarios como iguales. Si se fomenta en adultos, disminuye la discrimiación y el odio. Si se fomenta en los colegios, desde edades muy tempranas, fomenta la tolerancia de base. Educar para vivir en diversidad, aprender a vivir en una sociedad fundamentalmente diversa, esa es la verdadera integración.
Aprendamos a vivir como sociedad, a compartir, a aprender de las diferencias. Recordemos que luchar el odio con más odio, es como echar gasolina al fuego. Es un camino dificil, pero con un valor profundo, que promete un cambio genuino hacia una sociedad donde nos podamos comprender unos con otros.
¿Ustedes que piensan de este tema? Los invito a compartir sus puntos de vista en la sección de comentarios.
Muy bueno tu aporte!!! la Humildad y la educación como base!! para darnos la oportunidad del vivir en paz y con más amor, aceptando al otro de manera genuina y aprendiendo a convivir!
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