La identidad: ¿Somos quienes creemos que somos?

La identidad: ¿Somos quienes creemos que somos?

Una cosa que siempre me llamó la atención es el fenómeno de cómo conceptos teóricos científicos van decantando en la población general a lo largo del tiempo. La gente se apropia de estos conceptos, y los utiliza, con mayor o menor precisión (a veces incorrectamente). Es así como muchas de nuestras ideas sobre nosotros mismos y el mundo están impregnadas de conceptos y teorías de pensadores del pasado.

Hoy me interesa hablar sobre el concepto de identidad. La identidad es un concepto que se vincula a la pregunta “¿Quién soy?”. Muchas ideas contemporáneas hacen referencia a esto. Me vienen a la mente frases: “Sos lo que comes” (respuesta biológico/materialista), “Sos lo que pensás” (respuesta que identifica el ser con el pensamiento, que me atrevo a decir que es hija de la dicotomía cartesiana), “Sos tus acciones” (respuesta enfocada en el hacer en el mundo), “sos un alma inmortal” (respuesta metafísica esencialista).

El tema de la identidad no es sencillo. En nuestra mente, intentamos explicar nuestra identidad como un todo coherente. Y como nuestra mente funciona con el código lingüístico, la identidad la terminamos configurando como una narración.

Entonces, cuando construimos la historia de quienes somos, lo hacemos como un cuento. A veces el cuento tiene descripciones que lo resumen.  Por ejemplo, “Soy un perdedor”, puede resumir una historia de fracasos y frustraciones. 

Lo sorprendente es que ninguna construcción de identidad abarca todo tu Ser. Somos mucho más de lo que creemos. Y eso es porque nuestras cogniciones siempre son estrechas. No podemos definir por completo ninguna cosa o persona. Sencillamente nos tomaría toda la vida hacerlo, y no sería suficiente. Por eso contamos historias. Por eso resumimos.

Ruth Des Champs, médica y acupuntora, y aún más importante, una muy buena persona que me ayudó a encontrarme en un momento difícil, me hizo notar como el Ser trasciende la atención, el pensamiento, las emociones, las acciones y la historia. Ella describió al ser como un punto de luz, un punto focal de la existencia alrededor del cual todo lo demás se desenvuelve. Quienes practican la meditación y la conciencia plena vuelven a ese centro para contemplar sus experiencias con mayor desapego. Es un lugar donde uno puede encontrar la paz.

En otras palabras, la identidad no es el ser. La identidad es una construcción que nos ayuda a comprender quiénes somos, quienes fuimos, quienes vamos a ser. Historizamos nuestra historia para entendernos, pero al igual que el mapa no es el territorio, la historia no es la persona.

Por este motivo, la identidad es algo fluido, no estático. Los terapeutas trabajamos con este principio para ayudar a las personas a modificar sus creencias sobre sí mismos y su relación con el mundo, y así poder superar obstáculos en su vida.

La identidad es más como una ropa que tiene que ser hecha a medida de la persona y adaptada a las circunstancias que faciliten su desarrollo. De lo contrario, puede terminar siendo un corset que impida el crecimiento de la persona.

La identidad se construye también en base a elementos culturales. A veces se construye en relación a una religión, una ideología, una institución, un discurso, o diferentes valores. La misma se puede construir a base de un sentimiento de pertenencia a un grupo de personas que compartan alguna característica en común, como un equipo de fútbol, un partido político, el sexo o el género.

Es más, cuando uno se identifica con un grupo, puede confundir la propia identidad con la identidad grupal. En esos casos, el ser se subordina a una narrativa colectiva. A un discurso creado en muchos casos por otros, y que puede o no calzar con tu persona. 

Para que la identidad te calce mejor hay que recordar que no sos esa historia, que esa historia es tu creación, y que vos sos el narrador de la misma. Que podes cambiarla para poder construir caminos para que tu Ser se desarrolle. Volviendo al ejemplo de la identificación grupal, si uno delega el control de esa narración a otros, pierde su propio eje como persona.

Todo esto revela que la construcción de la identidad implica un equilibrio entre el ser único y pertenecer a una comunidad, entre lo que compartís con tus grupos de referencia y lo que te diferencia de ellos. Es una forma de comprender quienes somos y adonde pertenecemos socialmente.

Perder este equilibrio implica crear una identidad tan alejada y diferente de los demás que llevaría al aislamiento y la soledad, o una tan atrapada en las costumbres, expectativas y normas grupales que termine siendo alienante y esclavizante.

Para no caer en estos extremos, creo que es preferible apropiarse de los valores e ideas en vez de meramente copiar lo que se diga y haga en la comunidad de pertenencia. Significa procesarlas uno mismo, pensarlas, atravesarlas por nuestra historia, resignificarlas. Siguiendo la metáfora de la ropa, sería adaptar una prenda para que te calce bien. Eliminar lo superfluo, quedarse con lo valioso. Y si la prenda en sí misma no va con vos, dejarla de lado. Hay infinitos elementos para construir la identidad, si uno es suficientemente valiente para arriesgarse a cambiar buscando algo mejor.

En definitiva, la construcción de la identidad es un diálogo constante con uno mismo. Es una búsqueda interior que hacemos mientras exploramos la vida. Cada experiencia, cada contacto, nos da información sobre nosotros mismos, y vamos expandiendo ese conocimiento toda la vida. No dejemos que la identidad sea un corset, ni sean grilletes impuestos por otros. Que sea ese lienzo donde pintamos nuestra historia, y podemos desplegar nuestro ser.

4 thoughts on “La identidad: ¿Somos quienes creemos que somos?

  1. Me parecio muy interesante el articulo. Quisiera agregar que muchas veces la identidad es una forma de resistencia, resiliencia y lucha. Me refiero a como muchos grupos oprimidos o discriminados utilizan su identidad cultural, sexual, etc como banderas en su lucha contra un mundo opresivo. La identidad tambien es supervivencia, ya que poder nombrarnos y mostrar quienes somos nos permite vivir con cierta cordura. Cuando las experiencias pueden nombrarse es que se puede lidiar con ellas. Mis momentos mas dificiles fueron cuando no podia abrazar mi identidad, con todo lo bueno y lo malo. Me parece que, si bien las etiquetas a veces nos condicionan, muchas veces tenerlas es fundamental para poder vivir la vida a pleno. Lo mismo ocurre con las experiencias traumaticas. Aceptarlas como parte de nuestra vida es un gran desafio, pero es necesario para poder sanar. Solo cuando nos hacemos amigos de nuestra historia es que podemos estar en paz con nosotros mismos.

    1. Me gusta mucho tu aporte, Ivana. Efectivamente, la identidad bien enfocada nos permite enfrentar lo difícil de la vida. Tu frase lo resume muy bien: “Cuando las experiencias pueden nombrarse es que se puede lidiar con ellas.”
      Gracias por compartir tu experiencia.

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