La búsqueda de la verdad

La búsqueda de la verdad

Cuando era joven, tenía una inquietud existencial que me calaba el alma. Ser consciente de mi mortalidad e ignorante de tantas cosas me provocaba terror, y a la vez me propulsaba a buscar sentido en mi vida. Es así como incursioné en la filosofía, no solo como fuente de conocimientos, leyendo libros de grandes filósofos, sino también como práctica. 

Durante mi breve estadía en la carrera de Filosofía en la Universidad de Buenos Aires, pude distinguir esa diferencia: saber mucho sobre filosofía no te convierte en filósofo. Los filósofos son quienes filosofan. Quienes se hacen preguntas y siguen los caminos que estas delinean hacia lo desconocido. Un gran ejemplo de esto es Sócrates, uno de los filósofos antiguos más famosos. No por todo lo que sabía, sino por su afán de adentrarse en lo desconocido a sabiendas de su propia ignorancia. Su frase más famosa es: “solo sé que no sé nada”. Pocas personas han sido tan coherentes con esa forma de pensar y de vivir.

Cuando decidí cambiar de carrera para convertirme en psicólogo, mi meta era ayudar a otras personas a hacer este mismo proceso, buscar verdades profundas, aprender y superar límites. Creía que profesionalmente esa carrera iba a darme más oportunidades que la licenciatura en filosofía.

Hacer la carrera de psicología para mí fue un viaje donde aprendí numerosas cosas. Me imaginaba en un futuro como un sabio a quien consultaban las personas. Deseaba ser ese sabio, elevado y superior. Y fue justamente ahí donde perdí el eje de la cuestión.

La sabiduría no es algo que se alcanza de manera definitiva, ni busca la veneración de otros. La sabiduría es un eje cardinal al cual aspirar. No es un punto de llegada, sino la dirección en la cual uno debe moverse. Es la luz que corta la oscuridad, y no un estado de perfección y omnisciencia. 

Al día de hoy, soy consciente de que sigo teniendo las mismas dudas existenciales que en mi juventud, aunque tengo una pequeña y crucial ventaja: me doy cuenta que debo convertirlas en mi motor esencial, en lo que le de forma a mi vida y me permita hacerla una vida con sentido. 

El vivir no se trata de tener las cosas resueltas o acabadas. Es un proceso constante de creación, recreación, muerte y resurrección. La búsqueda tiene valor en sí mismo, aunque no se llegue a una respuesta definitiva. Por eso nos vemos beneficiados por una inmensa cantidad de escritos, obras y reflexiones por parte de personas verdaderamente capaces que se tomaron este tema con seriedad. 

A veces pienso que filosofar es algo intrínsecamente humano. Es la capacidad de encarar nuestra mortalidad y conciencia con sentido y dignidad. Es vivir plenamente con los ojos abiertos.

Cuando sintonizamos con ese vacío existencial, detrás de la angustia tenemos la posibilidad de vislumbrar una convocatoria a vivir. Somos parte de un universo el cual desconocemos ampliamente. Nos refugiamos en pequeños conocimientos, y a veces nos engañamos pensando que son absolutos, pero ningún conocimiento es absoluto. Solo el hambre de buscar, pensar y conocer cada día nos  conecta con nuestra existencia en el mundo de manera más integrada. De lo contrario, nos cercenamos. Nos separamos como si fuera eso lo natural, y no aprendemos nada. Nos encerramos en nuestros propios pensamientos, buscando seguridad, y desperdiciando la verdadera oportunidad que nos brinda la vida.

No en vano el cristianismo declaró la soberbia como un pecado capital. Creerse superior termina bloqueando la capacidad de buscar, de aprender. La humildad no se trata de ser pequeño o pobre, sino de ser conscientes de nuestro lugar en el mundo. En definitiva, vivir es en buena medida aprender a ser parte de algo tan inmenso e incognoscible que nos abruma. 

En lo que respecta a mí, creo que prefiero ser un buscador de verdades que un sabio. Me ayuda a ser mejor persona.

3 thoughts on “La búsqueda de la verdad

  1. Muy interesante! Me quedo con estas frases: “ser conscientes de nuestro lugar en el mundo”. Y le agrego el cierre: “buscador de verdades”. Y pienso en cuánto tiempo pierdo por entender mejor los qués y los cómos exteriores que los quiénes interiores, donde parece estar gran parte de la respuesta a la búsqueda. Gracias por el artículo. Me encantó.

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