El varón acorralado

Tomas Donato/ julio 29, 2020/ Espacio reflexivo/ 5 comentarios

Un día una colega me dijo que categorizaba a los hombres de manera dicotomica: o eran violentos, o cagones.
¡Palabras fuertes! Afortunadamente, en su momento tuve la tranquilidad para escuchar su punto de vista sin ofenderme ni saltar a defender mi género.
Dias después, pude tomarme el tiempo de reflexionar ese punto de vista.
Llama la atención como una psicóloga, aún en una profesión que estudia el comportamiento humano, tenga una visión tan estrecha de los hombres.
Pensándolo más profundamente, creo que más que “cagones o violentos”, sería mas preciso hablar de “agresivos o evitativos”, y el miedo está presente en ambos casos. Parece un estrecho corredor emocional el que recorren los varones según ese esquema, no pudiendo encarnar nada más.
Me temo que aún para todo lo que se ha podido cuestionar e intentar transformar el modelo machista, hay una profunda incomprensión de la experiencia masculina, y el impacto que tuvo el modelo machista en nosotros, los varones.
En el pasado, los varones fuimos temidos e imponentes, figuras de poder y autoridad. Y en el presente, convertidos en una caricatura, seres débiles y sin dirección. Lobos sin colmillos, exiliados de la sociedad por no ser más necesarios ni deseados.
Hoy es el momento de las mujeres. Ellas tienen el estrellato, el micrófono, la voz y la autoridad para afirmarse y desafiarnos.
Lo confuso de todo esto es que el desafío real debería ser al modelo, y no a las personas, sean del género que fueran.

La masculinidad tóxica

Los varones sufrimos de muchísimas maneras el modelo machista. Quizás la estrechez que tiene esta definición dicotómica demuestra el corset emocional y vital que nos ponemos al intentar apretar nuestra masculindad con el modelo de “Macho”. Renunciamos a nuestro ser real, a nuestro derecho a sentir y expresar nuestras emociones abiertamente y sin vergüenza. Al estar a cargo del mundo exterior, somos exiliados del hogar, de la crianza, de un vínculo genuino con nuestros hijos. Al definir por la negativa nuestra identidad, terminamos condenados a andar demostrando nuestra hombría, porque nunca está firme, nunca esta clara, y siempre está en peligro de ser desmentida, cayendo en la desgracia de ser tildado de marica o afeminado.
El problema aquí, es el silencio y la desconexión que generó el machismo en nuestra identidad masculina. La censura emocional lleva a silencios, y en ellos nuestro mundo interior quedó oculto. Y dejamos en las mujeres poner palabras para lo que nosotros callábamos. Las mujeres que debían decir lo que sentíamos, lo que éramos, porque aunque nos preguntaran, nosotros no daríamos ninguna respuesta. Tal es la paradoja de pedirle a alguien que no falle, que sea siempre fuerte, que no se quiebre, que no llore, que no dude.
Demasiados años nos apoyamos en las mujeres para que nos afirmen, nos digan que somos potentes, fértiles, fuertes. Que expresen lo que no nos atrevemos a expresar. Que hablen por nosotros.
Es hora de que salgamos del corredor en el que nos metimos culturalmente, al confundir nuestra masculinidad con el corset machista. Que empecemos a recuperar nuestra voz, nuestra expresividad, nuestra libertad genuina. Que luchemos por nuestros espacios como varones en la sociedad, afirmándonos en nuestra amplitud espiritual, emocional y existencial.
La muerte del macho no es la muerte del varón, es su liberación. Y esa liberación no puede llegar de manos de las mujeres. La verdadera libertad se asume, no se recibe. Es un acto de crecimiento, de exploración, de expansión.
Quizás en la medida que nos vayamos reencontrando y reconociendo entre nosotros, podamos usar nuestra voz para poder afirmarnos entre varones, y con una identidad masculina más madura y clara. De esa manera vamos a poder darnos a conocer a las mujeres de una manera mas plena, y relevarlas finalmente de su tarea de definirnos y catalogarnos.


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Acerca de Tomas Donato

Soy psicoterapeuta individual y de pareja con más de 10 años de experiencia. Mi objetivo profesional es ayudar a las personas a vivir mejores vidas. Por eso mi pasión es la filosofía y la psicología orientadas al desarrollo personal.

5 comentarios

  1. Muy bien escrito, profundo y da para la reflexion.
    Es hora de que los varones encuentren su lugar en este mundo ya que no debe haber una competencia entre el varón y la mujer. Tenemos que llegar a una convivencia armónica ya que todos tenemos algo para dar y complementarnos en lugar de competir y pelear. La diversidad es una riqueza.

  2. Me encantó este texto tan claramente escrito en el que describe, sin vueltas, el lugar en el que fue colocado al varón.
    No todo es blanco o negro…
    Es verdad que “históricamente” se espera del varón lo que muy bien comenta el Psicólogo Tomás Donato. Pero, a qué costo?
    En la actualidad, “lamentablemente” hemos conocido ese costo: femicidios sin sentido provocados por demasiada bronca acumulada, por los cambios producidos durante décadas de lucha feminista para defenestrar al “macho” en cuestión.
    Esto no es en defensa de ese macho. Que quede claro. Pero tampoco es a favor del feminismo desmesurado, que lo único que genera son más femicidios, pues tanto tiran de la cuerda que al final se corta.
    Esa cuerda, entiéndase, es la capacidad/facilidad/habilidad del hombre de adaptarse a la necesidad del cambio y pedido de igualdad de oportunidades por parte de la mujer. Y no todos los hombres reaccionan de igual manera. No todos lo comprenden y mucho menos aceptan. Creo que ahí radica el problema de fondo: “si me corren del lugar de dueño, dejo de existir, dejo de sentirme macho”
    Y citando el comentario de Luly, la convivencia armoniosa, tolerante y diversa es el único camino. Siempre la diversidad suma. Nunca resta. Muchas mujeres y muchos hombres aún no lo han comprendido.
    El día que realmente registremos y aceptemos al otro/a tal cual es, ahí comenzaremos una nueva etapa en la sociedad. Recemos porque así sea…

    1. Creo que la esencia pasa por ahi, Analía.
      Luchar por una sociedad justa es aprender a convivir en las diferencias. Sino vamos a repetir eternamente lo relatado en la genial novela “Rebelion en la granja”. Se volveria a establecer una jerarquia. Por un lado, quienes valen mas y deben tener mas poder, y por otro, quienes deben ser sometidos.
      Cada uno tiene que poder explorar su identidad y desarrollarla libremente, respetando la de los demás. Eso es vivir en diversidad.
      Es algo sumamente dificil de hacer. Por eso es dificil hablar de este tema en esta epoca siendo varón. Hoy por hoy, las mujeres que han luchando tanto para cambiar este paradigma tóxico, tienen un desafío más: empezar a dialogar con varones que, al igual que ellas, quieren cambiar la sociedad para mejor, pero que no pueden ser totalmente iguales a ellas. ¿Como serlo, siendo en esencia diferentes? Esa diferencia no es un peligro, es un desafío, como dije. Creemos entre todas las personas, de todos los géneros, una sociedad mejor, sin anular esas diferencias.
      Entiendo que tras años de no ser escuchadas, temen que darle lugar a la palabra de un varon es repetir el modelo anterior. Pero no se trata de imponer, se trata de dialogar y aprender los unos de los otros. Así se construye la paz. O al menos así lo veo yo.

  3. Hola Tomás! Me gustaría saber cuál es tu formación en feminismo para realizar este escrito. Ya que como mujer, psicóloga y feminista entiendo que hay varios errores conceptuales en tu postulado. En principio planteas que en el presente los hombres son seres débiles. Te cuento Tomás que en nuestro país actualmente hay un femicidio cada 26 horas, eso no expresa mucha debilidad. También te cuento que los espacios de poder son ocupados en general por hombres (un ejemplo concreto para que puedas graficar es alguna foto de las conferencias de prensa por la pandemia, encabezadas por 3 hombres). Creo que lo que querés decir es que los hombres “están perdidos”no encuentran su lugar en esta lucha, no saben cómo actuar en una oleada feminista…si es así, comparto tu punto (pero nunca diría que eso es debilidad).
    Por supuesto que la lucha feminista es contra el patriarcado como modelo simbólico, social y económico, ese sistema lo encarnamos todxs, hombres y mujeres. Pero, no casualmente, los hombres tienen un lugar de privilegio en el mismo. Pareciera que vos desconoces ese lugar…
    Saludo que cuestiones el rol del macho y que entiendas que también los hombres son víctimas del patriarcado (Rita Segato lo explica muy bien, si querés leerla), ese cuestionamiento por más que te duela reconocerlo fue impulsado por mujeres e identidades disidentes. Fuimos y somos nosotras las que invitamos a que se re piensen como hombres (de hecho esta reflexión surge de una discusión con una colega mujer según expresas al comenzar tu artículo).
    Considero que no tienen que encontrarse entre ustedes solamente, que no tienen que tener una voz hegemónica de vuelta. Tal vez se trata de un diálogo un poco más amplio. Y de un trabajo que va más allá del propio trabajo individual. No necesitamos que nos releven de vuelta, años y años de opresión en ese sentido. Tal vez necesitamos que acepten esos cuestionamientos y categorizaciones y que los utilicen para modificar algunos de sus privilegios.
    Te mando un saludo y espero puedas reflexionar sobre tu rol como hombre desde la empatía y no la soberbia.

    1. Hola, Manuela.
      Honestamente, me inspiré para escribir este artículo leyendo un libro de Sergio Sinay sobre paternidad. Es una autor que viene hablando del tema del género masculino, proponiendo alternativas, una nueva y mas sana masculinidad a la promovida por el modelo machista. Hace mucho que leo a Sergio Sinay. Hay un libro muy bueno que toca este tema de lleno: La masculinidad tóxica.
      Actualmente estoy en la dulce espera, voy a ser padre de una niña. Logicamente me preocupa el mundo en el que vaya a crecer, la vulnerabilidad de las mujeres por como esta construida la sociedad es injusta. Que tengan que vivir con miedo, o que tengan que luchar el doble para tener lo mismo que un varon.

      El tema es que este artículo no se enfoca en esas problemáticas. Se enfoca más en una hoja de ruta para los varones que queremos construir una masculinidad mas plena y sana, basada en el respeto de las diferencias.
      Hay un tema que debemos aboradar, y es el de nuestra identidad. Todos cuando crecemos vamos incorporando creencias sociales que nos van enseñando de una manera u otra, y van modelando nuestro desarrollo. Por algo hace no demasiado tiempo a las mujeres les regalaban cocinitas de juguete y a los varones autos, por dar un ejemplo.
      Creo que si no se puede hacer un trabajo de revisión de cómo fuimos educados, qué se nos dijo que teníamos que ser para ser reconocidos como varones, que se nos dijo que debiamos ser, y podamos ir reconstruyendo quienes somos, la historia del machismo y la violencia no va a terminar nunca. Escribí otros artículos sobre temas de violencia, si te interesa saber que pienso más específicamente sobre ese tema.
      Hay muchos varones que no somos violentos ni femicidias, ni abusadores, ni cerca! Pero venimos de la misma cultura, donde no compartir los valores del machismo nos convertía en marginales dentro del género. Queremos aprender a crecer en nuestra masculinidad sin vergüenza, pero estamos entre la espada y la pared: un paradigma toxico y las críticas que recibimos por ser varones educados en ese paradigma.
      Nadie elige el lugar, ni la epoca, ni el sexo con el que nace. Creo que uno trabaja desde donde empieza, recibe lo que le toca, y despues puede ir transformando o cuestionando lo que considere negativo. Las mujeres vienen luchando hace décadas y celebro todo lo que estan logrando. Quizas la lucha de los varones para cambiar el paradigma deba continuar aqui, y no ser totalmente simetrica a la de las mujeres.
      Sea como sea, es razonable pensar que aunque estemos de acuerdo en que hay que trabajar para una sociedad mas justa y equitativa, donde no haya violencia ni privilegios, hay que poder escuchar diferentes puntos de vista y respetar las diferencias. Si logramos eso, entonces ya estamos un paso mas cerca de la sociedad que queremos construir.

      PD: Cuando hablo de la debilidad del hombre, no es una debilidad fisica o una falta de poder, sino una debilidad interior. Construir una identidad por la negativa, donde tenes que demostrar ser lo que supuestamente debes ser a cada momento, y que el gamut emocional permitido sea tan estrecho, lleva a que esa busqueda de la confirmación y validación se haga de las peores maneras: violencia, abusos, violaciones, asesinatos. Si me preguntas, una persona cuyo recurso principal para demostrar su fortaleza es la violencia, no es una persona que yo considere fuerte, sino mas bien débil, emocionalmente hablando. Un manotazo de ahogado convertido en pauta cultural lamentable.

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